jueves, 10 de mayo de 2007

Historia de una prostituta

La Luna la alumbraba. El frío hacía que se sintiera humana en su realidad de papel. La máscara de su disfraz abrazaba su rostro más de lo acostumbrado; sintió miedo por primera vez en esa noche.
Contempló las estrellas mientras se encendía un cigarrillo, cada noche estaban más lejos. Expulsó el humo hacia ellas. Pensó en su infancia, en cómo brillaban entonces.
Se acercó a un escaparate. Desvió la mirada a su reflejo.
Se descalzó con prisa y se dirigió a una cabina. Introdujo monedas insuficientes. Dejó el teléfono descolgado.
Un coche paró a su lado. Su noche empezaba.
La máscara se fundió a su piel, el disfraz ahogaba su alma, su cuerpo se le escapó entre los dedos y ella, desapareció. Se escondió en algún rincón de su mente, donde las estrellas brillaban como antes, las alcanzaba sin esfuerzo y no sentía ni el vértigo, ni el frío tatuados a los pliegues de su vida anónima.

La semana pasada acabé "Once minutos", es lo que tiene...

Aprovechando que tengo "Cabaret" (ejem,ejem) incluyo ese fotograma que me encanta. Algún día también gritaré cuando pase un tren.

Abrazos y gritos,

a dreamer.

sábado, 5 de mayo de 2007

Pequeño cuento de una princesita

Sentada en un escalón una chica lloraba. No comprendía muy bien por qué, simplemente ese sentimiento había ido creciendo en su interior poco a poco. No le encontraba sentido a la vida.
Entonces se acercó su hermanita pequeña, una niña de unos siete años, con el pelo rubio y rizado, pero no muy largo. Tenía unos ojos verdes y muy grandes. Iba tarareando una canción hasta que se dio cuenta que se hermana estaba llorando, se acercó a ella y le preguntó:
-¿Por qué lloras?
La chica la miró, no creyó que ella la comprendiera, era muy pequeña y aún no conocía la verdadera historia de este mundo. Simplemente se limitó a contestar:
-Porque no soy nadie.
La niña se sorprendió, se puso delante de ella y la obligó a mirarla:
-¿Que no eres nadie? Gracias a ti, el sol me ilumina cada mañana. Gracias a ti, el mundo esta lleno de colores. Tú me enseñaste a escuchar la risa del silencio. A ver la sonrisa del cielo. A encontrarle el lado positivo a todo incluso a los peores momentos. Me cogiste de la mano y me enseñaste el mundo sin la necesidad de moverme.
Me contaste historias de personas que nunca conoceré, de lugares que nunca visitaré. Creaste lugares nuevos en tu mente, y luego me invitaste a conocerlos. Descubrí la magia de las palabras, la belleza del momento. Gracias a ti. La noche no es oscura, sino un nuevo día iluminado por las estrellas y la luna. Me enseñaste que la luz que emite el reflejo de un espejo es un hada esperando ser vista. Y que puede haber princesas sin castillos.
La chica miró a su hermana, se le llenaron los ojos de lágrimas y la abrazó con todas sus fuerzas. Y le dijo al oído:
-Gracias mi princesita.

No es difícil adivinar quien es esa pequeña princesita de este cuento real.
Freedom