domingo, 25 de febrero de 2007

La Luz






Veo un punto de luz pero está muy lejano. Es extraño, normalmente la gente ve esto cuando ha muerto. Ven esa luz como la paz, la felicidad definitiva. Pero yo no quiero pensar que eso solo lo tendremos una vez que hayamos muerto. Entonces, un pensamiento horrible pasa por mi mente, de qué sirve vivir si solo vas a conseguir esa felicidad cuando mueras.
Me doy cuenta de que quiero alcanzar esa luz ahora, mientras este viva, mientras pueda disfrutarlo de verdad. No tener que esperar a la muerte para ser feliz. Pero no se como llegar allí.
Ahora mismo no se caminar, ni siquiera como gatear. Parezco un bebe que quiere coger su juguete, pero está demasiado lejos, y se desespera por llegar allí. Pero, ¿cómo consigue el niño alcanzar el juguete? Tengo que pensar, siento como el tiempo se acaba. ¿Qué hace? Le pide ayuda a su padre o a su madre, ¿no? Pero, yo estoy sola. Ahora mismo no veo a nadie a mí alrededor, es mas, no veo otra cosa que no sea ese punto. ¿Qué me ha pasado? ¿Estoy ciega? No puede ser, entonces no vería el punto de luz. Me llevo las manos a la cara y noto que tengo algo. ¡Es una cinta, es… es una venda! ¿Cómo no he podido darme cuenta?
Tengo que quitármela, pero estoy demasiado nerviosa, demasiado asustada. No encuentro el nudo. Tiro, pero no consigo bajármela. Entonces, escucho una voz. Es una voz dulce, suave y delicada. "Tranquila, estoy aquí" conozco esa voz, "dame la mano". Obedezco, extiendo mi mano hasta encontrarme con la suya. "Camina". Yo niego con la cabeza, se que no hace falta que le explique lo que me pasa, lo sabe. La voz insiste "inténtalo, verás como puedes. Si no lo intentas no lo sabrás". Confío en ella, lo intento, y lo consigo, estoy caminando, estoy... avanzando. Al principio me cuesta, pero a medida que voy avanzando va siendo más fácil. Ya incluso me siento capaz de correr.
La venda se va aflojando y con la mano que tengo libre me la quito y una luz me ciega. Poco a poco me acostumbro y consigo orientarme. ¡Ya estoy en la luz! Miro a mi lado y ahí está, la dueña de la voz, ella, la única persona capaz de emana luz propia, me sonríe y me abraza. Siento como me llena de energías. "Sabía que lo lograrías" me dice. Y gracias a su mirada lo entiendo todo. La luz no estaba tan lejos, siempre he estado en esa luz, solo tenía que darme cuenta. Aunque yo tenía una ventaja para lograrlo, una lucecita me acompañaba siempre y guiaba el camino, y soy conciente de que sin ella no lo habría logrado.
Ahora si soy feliz, siento esa paz y lo más importante, me siento viva.


Ahora si es vedad, por fin me quite esa odiosa y adorada venda. Y no se que decirte mi lucecita, por que no creo que haga falta que lo escriba ni que lo diga, tu lo sabes, gracias, gracias, gracias, gracias...
Freedom

2 comentarios:

clementine-amelie dijo...

tienes suerte de tener tu lucecita, a platón le resultó mucho más difícil salir de la caverna y ver la luz. espero que la venda haya caído para no volver..., sería una lástima.

enorme abrazo luminoso, por si acaso.

Alba dijo...

La luz se revolvió en su asiento cuando le dedicaste a ella este relato. Sintió un vínculo muy íntimo contigo, eso me contó.
Aún recuerdo cuando lloró de felicidad cuando le leyó por primera vez...

Ays...

A Dreamer.

Pd: Era cuestión de tiempo. Te faltaba abrir los ojos, que ya querían ver. La luz no te guía, tú la guias a ella.